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Pedro Luis Gómez
Viernes, 20 de septiembre 2013, 10:37
Con la historia del Campamento Benítez y su retorno a la propiedad municipal tenemos la mejor prueba de por qué los ciudadanos están desapegados, hastiados y desengañados de la clase política en general. Hemos asistido a un acontecimiento histórico para Málaga, comparable a la inauguración de cualquiera de las más importantes infraestructuras que hemos tenido la suerte de inaugurar en estos últimos años, porque no todos pueden presumir de contar con 35 hectáreas de parque y zonas verdes como punto de expansión y verdadero pulmón, enclave privilegiado para el ocio y la diversión de sus habitantes.
El Benítez tenía que haber vuelto a Málaga hace muchos años, pero no importa si la dicha final es buena. Y debió hacerlo desde el mismo momento en el que su función militar dejó de existir, porque exclusivamente para ello fue cedido en su día por la Corporación de la capital malacitana al Estado, hace casi un siglo.
Con retraso, ya es otra vez de los malagueños. Los que no conozcan el espacio del famoso cuartel no podrán valorar en su justa medida lo que supone para Málaga el recinto, que es una joya, una gozada de lugar, un magnífico recinto cuyo único pero, y eso no es culpa de nadie, es que está algo alejado del entorno urbano de la ciudad, pero eso tienen miles de soluciones lo mismo que el Benítez deberá tener muchísimas variables para su uso y disfrute variado y continuado por y para los malagueños.
Es una gran noticia para Málaga, y aquí es donde entramos en la explicación del por qué el inicio de este artículo: parece que da igual que sea bueno para los ciudadanos, porque los partidos (en este caso el PSOE, pero en otros fue el PP o IU) anteponen sus intereses al general, aunque sea algo alucinante. La rabieta del PSOE incluida ausencia institucional injustificable del representante de la Junta en la provincia, no tiene ni pies ni cabeza, sobre todo cuando han sido muchos los años de gobierno de su partido a nivel nacional en los que el Benítez durmió en el sueño de lo injusto sin motivo ni utilización, cuando era una vieja aspiración de todos que volviera a ser útil, que no quedara en un simple descampado vallado sin uso ni conservación.
Pues eso, que el Benítez retorna a Málaga para gozo de sus ciudadanos, y algunos (no sólo políticos, desgraciadamente) parece que lo lamentan, cuando debería ser todo lo contrario.
No es menos cierto tampoco que de todo tiene que haber en esta viña del Señor, pero hay cosas que claman al cielo. Que Málaga disfrute del Benítez de nuevo tras años detrás de la buena nueva es algo que nos debe reconfortar a todos. Es una gran noticia, se mire como se mire, que debería de ser compartida por todos los que buscan y anhelan una Málaga mejor y más equipada por encima de colores políticos y de intereses personales. Somos muchos los que estamos encantados con la recuperación del campamento Benítez, y que se rasque quien quiera...
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